#BM4
septiembre 2024 #04: Cómo cazar un monstruo / El último viaje del Demeter / Disco, Ibiza, Locomía / La sombra de una duda / Wolfs
Cómo cazar a un monstruo
La verdad es que los true crime me interesan entre cero y nada, pero el boca a boca ha hecho que finalmente me decidirse a ver este Cómo cazar a un monstruo, a pesar de (o quizá gracias a) conocer su punto de partida e intuir su desenlace. Me llamaba la atención cómo era posible algo así, alguien que quiera hacer un documental para limpiar su nombre y terminar siendo ajusticiado precisamente gracias a ese rodaje. Cuando uno lo ve se da cuenta de que el tal Lluis Gros tiene algún problema adicional a los de su condena de 23 años de prisión y los motivos médicos que aduce para no ingresar en la misma. Resulta difícil de creer alguien así, no tengo tan claro que se crea por encima de todo, como llegó a sugerir Carles Tamayo, el realizador, o que realmente esté en su propio mundo idealizado dónde piensa que no hay nada malo en hacer o decir muchas de las cosas que hace o dice. Se podría pensar que no es consciente de la presencia de las cámaras, pero esto es refutado continuamente y lo cierto es que es lo que más descoloca. Del mismo modo, si no supiésemos que la historia es cierta porque salió la noticia de su detención en mayo de 2022, podríamos pensar que es un falso documental. Que Gros se deje el móvil conectado cuando está en busca y captura y se compruebe que está viendo La gran evasión en la tele, o que hable del argumento de La mala educación sin establecer conexiones con su presente resulta desconcertante. O que se encuentre en un bar con una de sus víctimas y este le increpe y le obligue a pedir disculpas, de hecho sigo teniendo mis dudas de que esa parte no esté "escrita" y la (en tal caso presunta) víctima a quien Gros no parece reconocer, no sea en efecto un actor. La realización de Tamayo es efectiva, viniendo de un youtuber que además aparentemente no cuenta con un presupuesto desmesurado, destacando el montaje, sobre todo en el ultimo capítulo. En cualquier caso, no deja de ser lo que toda la vida se ha llamado telebasura, e incluso, a pesar de que el resultado final es acorde con la justicia, deja bastante que reflexionar cómo se podría haber sacrificado el resultado final y la consecución de la justicia que Tamayo se jacta de buscar merced a torpes decisiones tomadas únicamente en pos del éxito del documental y alimentar su propio ego.
El último viaje del Demeter
Andre Øvredal (Trollhunter, La autopsia de Jane Doe, Historias de miedo para contar en la oscuridad) adapta tan solo uno de los capítulos de la novela Drácula, para contarnos por qué el Demeter, el barco que utilizó el conde para viajar desde Rumanía a Inglaterra, apareció sin tripulación cuando llegó a la costa de Whitby. Las apariciones de un Drácula de aspecto monstruoso, más humanoide que humano, deudor del Nosferatu de Murnau o el vampiro del Salem's Lot de Tobe Hooper, son bastante terroríficas, aunque empobrecidas por el exceso de banda sonora, siendo aún así mas discreta su utilización que los estándares habituales del género. Øvredal emplea con frecuencia la vista subjetiva de sus personajes, incluso) la del vampiro en ocasiones, y diríase que también de objetos (como el cuchillo que reposa en el suelo de la cubierta durante el primero de los asesinatos) consiguiendo implicar al espectador en la historia más que con cualquier otro recurso. La inclusión, respecto a la novela de Stoker, de una polizonte y un niño en la tripulación, no restan autenticidad o verosimilitud a la propuesta, siendo la principal diferencia con la novela que en aquella nunca llegan a saber quién o qué está diezmando a la tripulación, y también, claro, que en aquella no hay supervivientes... Hay que admitir que el epílogo de la película es bastante penoso y, en general, su último tramo reduce una película que no me estaba desagradando del todo.
Disco, Ibiza, Locomía
Kike Maíllo se lanza a realizar el biopic de aquel grupo que en los noventa todos escuchamos bastante más de lo que nos gustaría admitir. Jaime Lorente y Alberto Ammann, se meten en sus papeles de líder y productor, haciendo lo que pueden que no es poco, secundados por una también solvente Blanca Suárez. La indefinición entre la comedia y el drama no ayuda especialmente, como tampoco lo hace la estructura narrativa, articulada en torno a la mediación que puso fin a la banda, en la que de forma totalmente inverosimil, los distintos intervinientes van contando la historia completa del grupo desde sus puntos de vista, de cara a que la mediadora (una perpleja Eva Llorach) tenga elementos de juicio para la decisión final. Algunos momentos cómicos como la aparición de los padres de uno de los miembros en la casa del grupo en Ibiza, no son suficientes para mantener una propuesta que no termina de conectar al espectador con la historia.
La sombra de una duda
A estas alturas de la vida y no había visto La sombra de una duda. Nunca es mala ocasión para redescubrir a Hitchcock, que obviamente no decepciona nunca. Es una película que lo tiene todo, intriga, sentido del humor (esos detectives aficionados y sus curiosas batallas, la niña erudita...) y una serie de insinuaciones soterradas (la relación tío-sobrina no es incestuosa pero todo el rato pensamos que no sería descabellado; el momento en que se descubre lo que tío Charlie quiere mantener oculto y a partir del cual todo se tuerce hacia el mal) que la convierten en una obra de lo mas osada teniendo en cuenta que data de 1943. Y cuando el suspense no viene de esa sospecha de culpabilidad del tío, simplemente se puede montar otra secuencia donde temamos porque a la protagonista le cierren la puerta de la biblioteca por no llegar a tiempo (ese policía metomentodo...) o si la joven Charlie perecerá entre el humo del garaje, o, más tarde, bajo las ruedas de otro tren... Y a todo esto, siempre se ha dicho que Shyamalan juega a ser Hithcock igual que jugaba De Palma en su época de mayor esplendor. Y lo cierto es que es probablemente a día de hoy quien más se acerca al espíritu del realizador británico. Precisamente La trampa, que la tengo muy reciente, como todo el que la haya visto, diría que bebe, y mucho, de La sombra de una duda. Como en un primer momento nos pone de parte del Carnicero aunque sabemos que no es trigo limpio —igual que lo sabemos de Charlie al comienzo del film de Hithcock, y aún así nos ponemos de su parte sin (o precisamente por no) saber exactamente cual ha sido su crimen—, pero después nos revela su lado oscuro. Aquí las películas difieren (y probablemente esa sea una virtud de Shyamalan, saber adaptarse a los nuevos tiempos), pues no creo que sea cosa mía que en La trampa, a pesar de que sabemos que el personaje de Josh Hartnett es un asesino, muy en el fondo seguimos queriendo que escape (grandioso el plano final que también nos remite sin esfuerzo a Psicosis), mientras que en La sombra de una duda tío Charlie (Joseph Cotten) pega un giro de ciento ochenta grados al lado tenebroso y se convierte en alguien odioso, intolerable y que merece lo peor.
Wolfs
Clooney y Pitt, o Pitt y Clooney. Duelo interpretativo y de egos a mayor gloria de los dos ancianos más guapos de Hollywood, que seguramente han pactado con el diablo para no aparentar su verdadera edad. Jon Watts les dirige al compás de una música que parece sacada de uno de esos anuncios de café del director de Confesiones de una mente peligrosa, y ellos recorren la noche tratando de desfacer un entuerto, porque de eso trata su trabajo, un entuerto de esos que se van complicando a cada minuto que pasa. Buddy-movie de todo-en-una-noche, comedia ligera (con un running gag bastante gracioso, como también lo es la escena del hotel donde el chico les cuenta su increíble historia), acción ligera (con algún destello en el que Jon Watts se saca la chorra, como la secuencia del atropello a cámara lenta) y, al fin y al cabo, un entretenimiento ligero exponenciado por el carisma que transmiten sus estrellas protagonistas y por la forma en que sus personajes van consolidando su entrañable relación de amor-odio.